Habitualmente, nuestros encargos siempre giran en torno al mundo de los más pequeños: cumpleaños infantiles, comuniones, mesas de chuches… Sin embargo, en esta entrada vamos a reivindicar los cumpleaños de los adultos, porque también tenemos un corazoncito y vale la pena celebrarlos, más aún si se trata de cerrar un ciclo y saltar de decena…
Las tan bien llevadas 40 primaveras de Sara fueron el motivo perfecto para reunir a sus amigos en una fecha tan señalada y pasar unas horas muy especiales. Llegando a ciertas edades, y por mucho que el homenajeado sea una persona hecha y derecha, era inevitable tener un buen montón de pequeñajos revoloteando alrededor de la fiesta, por lo que en este caso se escogió hacer un picnic con el propósito de que padres e hijos disfrutaran por igual. Para convertir la cita en un evento memorable optamos por una decoración sencilla para un precioso momento del año: los últimos días de verano, cuando el calor deja de ser tan intenso y el otoño casi llama a la puerta.
Para esta ocasión el diseño surgió tras la elección de un mantel que habíamos comprado en las vacaciones de la playa y que traía buenos recuerdos a la cumpleañera. ¿Los colores elegidos? Verdes y azules, con el motivo de toda la papelería claramente inspirado en el diseño del mantel.
Cuidadosamente repartidos por la mesa, carteles informativos señalaban los platos elaborados en el menú.
Siendo fieles a nuestro estilo no podían faltar cubiertos personalizados con el nombre de los invitados. Éste es un detalle que no falla; gusta mucho, pero es que además facilita el transporte de tenedores, cuchillos, cuchara y servilletas mientras que además viste mucho la mesa.
Para las botellas escogimos unas etiquetas que colgaban del cuello de la botella con un cordel en los tonos de la decoración.
Como no podía ser de otra manera, nuestros banderines -todo un pilar de nuestra identidad- lucían muy bonitos gracias a los últimos rayos de sol de la tarde colgados de los árboles cercanos a la mesa.
Para este cumple, las cajas de palomitas sirvieron para colocar unos apetitosos colines cerca de las cestas de pan.
El cumple, en su formato de merienda-cena, terminó siendo un encuentro inolvidable entre amigos, lleno de risas e historias, y un recuerdo imborrable para quienes lo organizaron. ¡Felicidades, Sara! ¡Los 40 son los nuevos 30!