El partido más dulce de Álvaro

Hace ya unas cuantas semanas, cuando Arancha nos llamó y nos dijo que además de nuestra decoración para la comunión de su hijo Álvaro quería una mesa dulce, ni Ana ni yo lo dudamos un momento, ¡nos encantan los «Candy Bar»!

Como a Álvaro le encanta el fútbol estaba claro que todo debía girar en torno a su pasión en un día tan especial como su Primera Comunión.

¿El primer paso? Crear una ilustración a imagen y semejanza de Álvaro utilizando como referencias su color de pelo, de ojos, la ropa que llevaría en este día tan especial… A continuación les pasamos unos bocetos a Arancha y Luis, sus padres, para ver si el diseño les parecía bien o querían modificar alguna cosilla, pero no hizo falta, les encantó la versión dibujada de su hijo.

En la entrada del salón donde se habría de celebrarse la comunión colocamos dos centros de globos y una gran guirnalda doble. En un tono más protocolario, pusimos un mapa de la sala con toda la información necesaria para que cada invitado supiera cómo ubicarse en la celebración.

Para las mesas de los adultos escogimos una decoración sencilla y elegante, con un menú, un recordatorio por asistente, adornos para los centros de flores y un indicador personalizado para cada comensal.

Ahora empieza lo mejor: los diseños escogidos para hacer felices a los más pequeños. Decidimos que la mesa de los niños tuviera sillas con etiquetas y camisetas con el nombre de cada uno, y añadimos centros de globos con los tonos de la decoración.

La mesa dulce tenía que tener todo el protagonismo de la decoración, así que pusimos globos y guirnaldas de baderines, unas exclusivas chocolatinas personalizadas que fueron uno de los elementos que más triunfaron, y brochetas de gominolas. Por último,diseñamos bandejas de cartón que hiciesen juego con el conjunto.

Y aquí viene la parte de la que quedamos más orgullosas: cubrimos la superficie con un tapete verde que simulaba ser el césped de un campo de futbol, pintamos las líneas del juego, y colocamos una portería y unos banderines en los córners, todo a escala. Niños y no tan niños alucinaron con el «terreno de juego».

Por supuesto, la mesa tenía de todo: chicles, gominolas, chupa-chups de chololate, regalices, y un gran balón de chocolate blanco y negro.

El conjunto quedó muy bonito, los tonos verdes contrastaban fenomenal con la madera del salón y todo estaba muy alegre. Según nos contaron después, Álvaro estaba más que contento, ya que no se esperaba nada de esto. Y es que sus padres lo habían organizado todo en secreto.

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Desde aquí os damos las gracias por confiar en nosotras para acompañaros en este día tan especial. ¡Ha sido un dulce placer!